jueves, 14 de agosto de 2014

R.R. Donnelley y el nuevo momento bonapartista



Por Fernando Rosso y Juan Dal Maso

El anuncio de CFK sobre la denuncia penal contra la empresa R.R. Donnelley puede leerse como parte de la política del gobierno de "retomar la iniciativa" que viene teniendo con el intento de recrear una "mística" progresista alrededor de "patria o buitres". 

Ligado a esto, los anuncios de "protección del empleo" y la puja por la ampliación de los alcances de la Ley de Abastecimiento, parecerían indicar que el gobierno busca retomar una agenda de "centroizquierda". La cuestión de las posibles atribuciones que otorgaba esta ley al estado, venía generando roces con distintos sectores empresarios.

Pero el anuncio como tal presenta distintos aspectos a ser tenidos en cuenta: 

-No quiere dejar en manos de "los troskos" la lucha contra esta empresa yanqui que de buenas a primera cerró la fábrica y se mandó a mudar, luego de que en el caso de Lear, quedó en evidencia la complicidad del Ministerio y el gremio aliado, para que se produzcan los despidos y el ataque ilegal a la comisión interna.

-No quiere que aparezca la lucha de Donnelley ligada a la de LEAR, porque necesita sostener su discurso ultra reaccionario (cuyos voceros principales son Berni y Capitanich, con el concurso de Artemio López que como buen discípulo de Althusser se dedica a la reproducción del discurso oficial al modo de los tristemente célebres Aparatos Ideológicos del Estado). Por este motivo dice "esto no tiene nada que ver con lo de LEAR". Es decir busca evitar que se sepa la verdad. Que las de Donnelley y LEAR son dos formas de las empresas para descabezar la organización de base en las fábricas. Una se va, la otra impone un lock out y pone como condición para volver a abrir "fuera zurdos", con el SMATA de aliado. Y lo que desmiente la presunta diferencia entre un caso (Lear), donde la izquierda “ultra” lleva a una situación extrema a los trabajadores, y el otro (Donnelley), dónde los obreros quieren trabajar frente a empresarios inescrupulosos; es que ambas comisiones internas tienen la influencia de la misma izquierda, es decir, del PTS, junto a obreros combativos. Lo que varía no es la acción de la izquierda, que en los dos casos se puso al frente de la lucha consecuente en la defensa de los puestos de trabajo; sino la acción del gobierno y el estado; no guiado por el mismo interés, sino por sus objetivos políticos basados en el objetivo de ubicarse como árbitro bonapartista, cuando la crisis puede tensar nuevamente la lucha y el enfrentamiento entre las clases.

-La denuncia se hace, según dice CFK, utilizando la Ley Antiterrorista. Es decir, una normativa totalmente cuestionada y que buscará legitimar a partir de este caso, para aplicarla, una vez terminada la coyuntura de "patria o buitres" no contra las empresas yanquis que hacen lo que quieren en la Argentina, sino contra los obreros y las organizaciones populares que las enfrentan. Por eso para el gobierno es preferible denunciar a la empresa con la ley antiterrorista que estatizar la fábrica bajo control obrero.

En cuanto al curso más general, se podría decir que es un nuevo “momento bonapartista”, en el sentido de que no es "ni de derecha ni de izquierda" sino que oscila siempre buscando el centro, en función de la "duración" en esta transición hacia el cambio de gobierno y especialmente los próximos meses de deterioro de las condiciones económicas por la situación de “default parcial” que impide el acceso a los dólares que necesita una economía en declive.

De conjunto, viendo todos estos elementos: retórica "nacional y popular", represión para los obreros de LEAR, ataque a la multinacional Donnelley intentando seperar a sus obreros de los de LEAR, denuncia de una empresa yanqui con la ley antiterrorista, Ley de abastecimiento contra los empresarios, pero impuesto a las ganancias contra los sindicatos, la política del gobierno es una suerte de intento de "Pacto Social" sin instituciones de consenso. Un bonapartismo de épocas de vacas flacas, con orden en las calles garantizado por Berni y la Gendarmería, y una amenaza a los empresarios para intentar evitar la disparada de precios y exhortarlos a “colaborar” a mantener el equilibrio social.

Hubo otros momentos donde el gobierno tuvo relativo éxito con giros bonapartistas de este tipo (“estatización parcial” de YPF, o de los fondos de las AFJP, por ejemplo), pero se dieron con dos condiciones: recursos económicos (provenientes del viento de cola de la economía mundial o de posibilidades de crecimiento propios de la economía) y aliados con capacidad de contención, sobre todo en el movimiento obrero. Así y todo, cada una de las recuperaciones era de más corto alcance que la anterior.

Este "momento bonapartista" de manos vacías, signado por la coyuntura y con la economía caída, con suspensiones y despidos, pone un gran signo de pregunta sobre los alcances de la “recuperación” que pueda lograr el kirchnerismo.

Mientras todo esto ocurre en las alturas de un país "oprimido y tenaz", 400 obreros, que cargan en sus espaldas unas cuantas batallas, ponen a producir la fábrica y retoman las mejores tradiciones del 2001, como la de los obreros y obreras de Zanon en Neuquén.

Ellos parecen decir: "Los discursos no interrumpen la lucha de clases". 

2 comentarios:

rib dijo...

me recuerda a la apelación de galtieri al pacto de río
en medio de la guerra de malvinas
el mundo del revés

Nicolás Cereijo dijo...

Muy interesante el artículo. Los efectos del doble discurso configuran el bonapartismo que hacen mención. Me animo a decir que para estos sectores el clivaje es peronismo - antiperonismo y en base a ello es que justifican acciones que los marxistas críticos entendemos dentro del clivaje ideológico izquierda-derecha.
Al núcleo del discurso bonapartista K es el que hay que atacar y en esa línea me parece que este artículo pega donde más duele.
Por ello, los felicito por la claridad vertida en el texto.