miércoles, 15 de febrero de 2012

Un repaso sobre la Tercera Internacional y la táctica del Frente Único


Decíamos en un post anterior: Desde cierto punto de vista, el viraje de 1921 impulsado por Lenin y Trotsky fue de una importancia similar para los problemas estratégicos de la revolución europea que el viraje de las Tesis de Abril para los de la revolución rusa, pero con desigual fortuna.


Sin intención de aburrir, quisiera redondear un poco la idea, posteando unas líneas que habíamos escrito acá a propósito de la polémica con la interpretación de Portantiero sobre la guerra de posiciones contrapuesta a la estrategia bolchevique:

En sus intervenciones en defensa de las tesis de Frente Único, Lenin señalaba que en Rusia la guerra imperialista había acelerado la preparación de la revolución, permitiendo a los bolcheviques ganarse a las masas, condición todavía no alcanzada por los comunistas de occidente. En este sentido, la política de Lenin se desmarcaba de los ultraizquierdistas que llamaban a pasar a “la ofensiva” cuando la situación de la lucha de clases era de retroceso y los partidos comunistas de Europa Occidental eran débiles todavía en el movimiento obrero. Haciendo omisión del debate real desarrollado en el III Congreso de la Internacional Comunista, Portantiero amalgamó las posturas “ultraizquierdistas” con la estrategia bolchevique de toma del poder por la clase obrera y opuso esa amalgama al Frente Único, cuando fue el mismo Lenin quien defendió la política de Frente Único contra los ultraizquierdistas. 


Ahora bien, ¿es correcta en términos teóricos la contraposición entre Frente Único y estrategia bolchevique? ¿En qué sentido el Frente Único puede ser una nueva estrategia que reemplace a la de toma del poder por la clase obrera? Para abordar este debate es necesario señalar que el Frente Único no sólo se da en situación de lucha defensiva de los trabajadores. Tomemos el ejemplo de la revolución rusa, que es la madre de la estrategia bolchevique. Los soviets son una institución de frente único de la clase trabajadora abierta a todas sus tendencias políticas. Su existencia marca el surgimiento de una situación de dualidad de poderes entre el poder burgués y el naciente poder obrero. Sin embargo, el frente único por sí mismo no puede resolver el problema de quién detenta el poder del Estado, dado que en la clase obrera conviven tendencias políticas reformistas y revolucionarias y por ende distintas estrategias. Por eso, entre febrero y octubre los soviets fueron conciliadores con el poder burgués bajo la dirección de los mencheviques y los eseristas y sólo se dio la toma del poder por la clase obrera cuando los bolcheviques ganaron la dirección de los soviets. Es decir, ni la forma más avanzada, ofensiva y radicalizada de frente único puede remplazar la tarea de un partido revolucionario, es decir, el frente único no remplaza a la estrategia bolchevique, así como la dualidad de poderes no garantiza el triunfo del poder obrero(...)


Con su indiscutible autoridad, Lenin y Trotsky habían derrotado a los ultraizquierdistas pero no los habían convencido. En este marco, la política de Frente Único estuvo sujeta a una guerra de interpretaciones entre los ultraizquierdistas refractarios al frente único y las “alas derecha” que no tardarían en surgir. El ala derecha del PC alemán y la III Internacional tenía una interpretación casi reformista del frente único, mientras los ultraizquierdistas, tenían una interpretación sectaria, pasiva y meramente denuncista, del “frente único por abajo” o de los llamados testimoniales con el sólo fin de demostrar la negativa de la socialdemocracia a la unidad con los comunistas. Esta posición tuvo mucho peso en el KPD durante los años ‘20. En este marco, la línea leninista se desvirtuaba entre las presiones a la pérdida de independencia respecto de la socialdemocracia y el sectarismo de las alas de “ultraizquierda”, introduciendo confusión. (...) La línea del Frente Único facilitaba el trabajo entre las masas obreras, pero también creaba la presión de llevar el frente único “hasta el final” perdiendo la independencia de los partidos comunista. Los debates políticos al interior del KPD son paradigmáticos en este sentido. Bajo el fuego permanente del ala ultraizquierdista, el KPD había planteado la consigna de “gobierno obrero” como exigencia y desenmascaramiento de la socialdemocracia, que buscaba la alianza con los burgueses democráticos y como forma de popularizar la dictadura del proletariado. Las tareas del gobierno obrero serían las de armar a la clase obrera y enfrentar a la reacción y en ese sentido sentar las bases de la dictadura del proletariado. Era un intento de prefigurar un camino posible para la revolución en Alemania, que no podía pensarse sin vencer a la socialdemocracia en la disputa por las masas obreras. El planteo tenía un carácter transicional en la medida en que, planteando la ruptura con la burguesía y el armamento de los obreros, estaba destinado a que los obreros completaran la experiencia con el reformismo y avanzaran en una perspectiva revolucionaria. Sin embargo, esta política también traía consigo la presión de transformar la consigna del gobierno obrero en la piedra angular de una interpretación gradualista del acceso al poder: primero el frente único, luego el gobierno obrero, luego la dictadura de la clase obrera. Hacia esa interpretación se deslizaba la política del ala derecha del KPD. 

(...)El posterior deterioro impuesto a la IC por la burocratización asignó líneas zigzagueantes a la política del Frente Único. EL V Congreso (1924) impuso frentes únicos con sectores de las burguesías nacionales, justificados paradójicamente con caracterizaciones ultraizquierdistas de la situación, desconociendo la derrota de la revolución alemana y hablando de una supuesta radicalización de los campesinos. Esta política, que impuso al PC chino la subordinación al nacionalismo burgués, tuvo un alto costo con la derrota de la revolución china. En el período abierto por el VI Congreso (1928), bajo la creciente stalinización, la IC pasó a negar la política de frente único (“tercer período” ) , acusando de “socialfascistas” a los reformistas, política que desarmó completamente al proletariado alemán frente al ascenso de Hitler en 1933. Dos años después, el VII Congreso proclamaba el frente único con los partidos de la burguesía “democrática”, postulando a su vez el “gobierno de frente único” entre los PC y dichas corrientes burguesas. Esta es la matriz estratégica en la que se formaron los miembros de Pasado y Presente. No en vano, José Aricó reivindicaba el VII Congreso de la IC stalinizada, que impuso la estrategia de “frente popular” con la burguesía democrática. Contra esa degradación, Trotsky luchó por restablecer el programa marxista en la IC hasta 1933, año en que ni el PC alemán ni la IC sacan ninguna conclusión de su desastrosa pasividad frente al ascenso de Hitler. En su crítica del programa del VI Congreso de la IC y en sus escritos sobre la lucha contra el fascismo alemán, reestableció la importancia del frente único desde un punto de vista de clase, diferenciando claramente los planos de la táctica y la estrategia en el sentido antes apuntado.


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