viernes, 17 de abril de 2009

Mercancía y Dinero (primera parte)

Por Esteban Vedia

Serie Economía Marxista: primera entrega


Con este artículo iniciamos una serie de notas en la que volcamos los contenidos del curso “Introducción a la economía marxista” que se realizó durante febrero en la Casa Marx de Neuquén.

Cuestiones de método

El método que Marx aplicara a la crítica de la economía política fue objeto de numerosos debates tanto entre marxistas como en autores de otras tendencias. Parte del debate se debió a que el propio Marx dejó su obra inconclusa: es sabido que en vida sólo publicó el primer tomo de El Capital, que posteriormente se publicaron los tomos segundo y tercero (Federico Engels) y que recién en la primera mitad del siglo XX se publicó el libro cuarto, su correspondencia y buena parte de sus borradores (los Grundrisse).

Además, la polémica responde a la complejidad de la obra de Marx. El mismo decía que la primera parte de ella, los primeros capítulos del primer tomo, eran los más difíciles. ¿Por qué? Porque parte de un concepto muy abstracto que es el valor. El veía que los economistas clásicos (Smith, Ricardo y quienes los precedieron) se enredaban en explicar los fenómenos económicos, las apariencias, (las variaciones de los precios, etc.), pero que cuando se preguntaban por las definiciones de los conceptos básicos (valor, etc.) sólo hacían definiciones vacías, sin sentido. Para él había que proceder a la inversa, había que partir de los fenómenos más básicos, descomponerlos por medio del análisis teórico y luego articularlos en un todo explicativo coherente, para comprender el funcionamiento del modo capitalista de producción como una totalidad integrada.

Esta era la razón por la que su explicación parte de los elementos básicos: la mercancía y el dinero. Había que partir de ellos, comprenderlos en toda su complejidad, para luego poder articular explicaciones sobre las ganancias, las rentas, los salarios, las crisis, etc. En esta serie trataremos de seguir el mismo camino, concertándonos en explicar sintéticamente algunos conceptos claves. Por ello pedimos disculpas anticipadas por omisiones y errores involuntarios, inevitables, por otro lado, en una tarea de divulgación de un tema nada sencillo. Tampoco pretendemos agotar el 100% de las cuestiones planteadas por Marx, sólo esperamos que los artículos sirvan de guía para que el lector interesado se decida a estudiar la crítica marxista a la economía capitalista por sí mismo. En última instancia, para saber lo que Marx quería decir, no hay mejor manera que leer lo que él mismo escribió .

Valor de uso y valor de cambio

La riqueza se manifiesta ante nuestra propia vista como un cúmulo de mercancías. De hecho, casi todos los objetos que nos rodean, si nos fijamos bien, fueron o son mercancías. Las casas y edificios en que vivimos, las prendas que vestimos, lo que comemos y las herramientas con que trabajamos, se hicieron para ser vendidas y usadas. Las mercancías satisfacen necesidades humanas de forma directa, como medios de consumo, o indirecta, como medios de producción. Pero esas necesidades no son siempre iguales, varían con el tiempo. Las así llamadas “necesidades básicas” de hoy son muy distintas de las de nuestros abuelos y ni hablar de las de los trabajadores del siglo XIX.

También es indiferente, desde este punto de vista, que las mercancías respondan a otras necesidades como el ocio, el placer, la belleza o de otra índole. Ahora bien, para analizar las mercancías debemos tener en cuenta dos aspectos de las mismas: su cualidad y su cantidad. Si analizamos las mercancías en relación a sus cualidades veremos que son tales porque tienen una utilidad, son objetos que sirven para satisfacer necesidades, su uso o consumo cubre una necesidad concreta. A esto llamaremos valor de uso, que es el contenido material de la riqueza, su cuerpo. Las mercancías tienen un valor de uso porque son cosas útiles para el consumo, satisfacen necesidades concretas. Por otro lado, si analizamos las mercancías con relación a su cantidad veremos que no sólo son cuantificables como cualquier otra cosa, sino que son cuantificables unas con otras: las mercancías se pueden intercambiar entre ellas con respecto a una cantidad (tanto de esto por tanto de aquello), ese tanto se puede medir, son objetos que tienen magnitudes determinadas. A ello llamamos valor de cambio y es la magnitud común de una mercancía que la hace intercambiable por otra, es la relación cuantitativa en que puedo intercambiar la mercancía A con la mercancía B. Supongamos que yo puedo intercambiar la mercancía A por la mercancía B, y ésta por la C, y a su vez ésta por la D, entonces es posible intercambiar la mercancía A por la mercancía D, ¿por que? Porque tienen una misma magnitud, una misma cantidad de algo.

Trabajo humano

El trabajo humano es la sustancia social común que tienen todas las mercancías: son producto del trabajo humano. Si colocamos una mercancía cualquiera junto a otra y nos olvidamos, nos abstraemos, de su utilidad, de su valor de uso, ¿qué tienen en común? Que son producto del trabajo humano. Entonces, la sustancia de valor de las mercancías es el trabajo humano. Por ello el valor de uso y el valor de cambio son completamente independientes.

Un diamante puede valer lo mismo que una tonelada de alimentos, pero su utilidad es diferente. Ahora que ya hemos identificado la fuente del valor, resta preguntarnos cómo es posible medir éste. Arriba dijimos que el valor representaba la cantidad y que la utilidad la cualidad de las mercancías. Entonces, cómo medimos el valor de cambio o valor de una mercancía, sencillamente por la cantidad de trabajo contenida en ella. Y cómo medimos el trabajo. Por su tiempo, el tiempo es la medida social, histórica y hasta biológica del trabajo. Sólo no puede comprender esto quién no haya trabajado nunca, o sea quien viva del trabajo ajeno y por lo tanto no quiera comprenderlo.

Tiempo de trabajo socialmente necesario

Pero, cómo sabemos que dos mercancías tienen el mismo trabajo contenido en ellas para que sean intercambiables de manera igualitaria, o sea, que tengan el mismo valor. En el capitalismo esto sólo se averigua por medio del mercado: cada uno de los productores lleva las mercancías al mercado y allí las contrasta con las de su misma clase, allí descubre si realmente el trabajo en ella objetivado es un trabajo que se ha gastado de manera útil o inútil. Si, por ejemplo, alguien que produce tejidos lleva sus productos al mercado y allí descubre que los mismos tienen más valor, que son más caros que productos de idéntica calidad y producidos bajo idénticas circunstancias (precios de materias primas, etc.) descubrirá que ha gastado trabajo de manera inútil, porque obligado por las leyes de la competencia capitalista deberá vender su mercancía por debajo de su valor, irá a pérdida. O al contrario, si descubre que ha producido por debajo del promedio, podrá vender más caro y obtendrá un valor extraordinario. (Nótese al pasar como Marx logra aclarar tanto el origen del valor, el trabajo, como explicar los precios que son el más o el menos con relación al valor por el que una mercancía se vende en el mercado).

Así bajo el capitalismo el tiempo de trabajo socialmente necesario es el tiempo de trabajo requerido para producir un valor de uso en las condiciones medias de la producción y sólo en base a él es que se determina la magnitud de un valor. Pero el tiempo de trabajo socialmente necesario no permanece invariable, cambia históricamente, lo que se tarda hoy en hacerse cualquier mercancía no es lo mismo que lo se tardaba apenas unas décadas atrás. El tiempo de trabajo socialmente necesario depende de la fuerza productiva del trabajo, si ésta aumenta los valores disminuyen, si ésta disminuye los valores aumentan; y comprende el nivel medio de destreza de los obreros, la ciencia y tecnología aplicada a la producción, la coordinación social del proceso de producción, los medios de producción y las condiciones naturales.

La Revolución Industrial constituye el ejemplo clásico de aumento de las fuerzas productivas donde se elevó el nivel de destreza de los obreros, se aplicó nueva tecnología a la producción, se crearon nuevos métodos de trabajo, etc., que redundó en que toda una serie de nuevas mercancías sean accesibles al consumo masivo, la mayoría de las cuales eran considerada objetos de lujo por generaciones anteriores. (En próximas entregas veremos el carácter contradictorio, capitalista, del aumento de las fuerzas productivas).


1- Hay numerosas ediciones de las obras de Marx, tanto de El Capital como de trabajos menores como Trabajo asalariado y capital, o Salario, precio y ganancia. Es de mucha utilidad el texto de Esteban Mercatante y Juan Gonzáles, Para entender la explotación capitalista, editado por el Instituto del Pensamiento Socialista Karl Marx. Asimismo hay muchos trabajos de comentaristas y divulgadores que son de utilidad.

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