sábado, 22 de noviembre de 2008

El día que Hegel hizo campaña por Cristina

Horacio González no deja de sorprendernos. Aunque, a decir verdad, ya no sorprende casi nada, porque siempre que escribe en Página/12, lo hace para expresar su conformidad con el gobierno. Esta vez, a propósito de los discursos de la filósofa brasileña Marilena Chauí y Cristina Kirchner, en el cierre del Segundo Congreso Internacional de Filosofía, reunido en la provincia de San Juan la semana pasada, curiosa emulación del Primer Congreso de 1949, en el que Perón pronunciara su discurso “La Comunidad Organizada”.
En la contratapa de Página/12 de hoy, González reivindica a la filósofa que se involucra en la defensa de Lula y a la candidata, que aunque dedicada a la política, se interesa por la filosofía y se declara hegeliana.

Avisen a Jacques D’Hondt

Hacemos abstracción de lo poco “hegeliana” que resulta la bolsa de billetes de la recién renunciada ministra Miceli, porque la nota de González ha sido escrita principalmente para adular a Cristina Kirchner. Ahora bien ¿en qué sentido puede ser hegeliana la candidata presidencial? Para Herzen, la filosofìa de Hegel era el álgebra de la Revolución. Descartamos esa posibilidad por motivos obvios para todos, salvo para el diario La Nueva Provincia de Bahía Blanca. Para Toni Negri, es un pensamiento del “poder constituido”. Desde esa perspectiva, la candidata podría no estar tan errada en auto-definirse como “hegeliana”, aunque eso crearía problemas a Toni, que apoya gustoso al gobierno de Kirchner ¡Qué embrollo!

Creo que en realidad, la señora Kirchner podría ser hegeliana, más allá de sus probadas o inexistentes credenciales filosóficas, en un sentido muy preciso: el progresismo del kirchnerismo es un discurso que nace, se despliega y se autodesarrolla sobre sí mismo y en sí mismo, frente a su práctica política real cuyo resultado conservador sus protagonistas conocen de antemano. Pero incluso en este aspecto, podríamos decir que los K conocen pero no reconocen su “hegelianismo”. Dicho sea de paso, no está de más aclarar que el pensamiento de Hegel es una importantísima conquista cultural de la humanidad y por suerte no es asimilable a sus usos más decididamente bizarros.
Pero si insiste, le dejamos a González la tarea de sugerirle a Jacques D’Hondt (quizás la persona viva que más conoce la Fenomenología del Espíritu en el mundo) que incluya al elenco gubernamental en su base de datos...

“Una cita ahí...”

González sostiene una interpretación de la filosofía como “filosofía de las citas”. Se trata de escoger imágenes y palabras adecuadas, para trazar filiaciones históricas y culturales, en un contexto político donde texto y contexto de la filosofía tienen significativos desencuentros ¿Qué resultado obtenemos? El neoliberalismo había decretado el “fin de las ideologías”. El kirchnerismo reivindica las “ideologías” manteniendo lo esencial de la obra neoliberal y González se postula como el que busca y proporciona las citas. Pero Kirchner no es Perón, Cristina no es Evita, González no es Carlos Astrada y la Repsol no suscribe “La Comunidad Organizada”.
No obstante esto, hay un efectivo “hegelianismo” en González. No se confunda el lector. No nos referimos a la copia por González de párrafos enteros de la Fenomenología del Espíritu en su librito La Crisálida, para decir al final del libro que omite las comillas para evitar barreras entre texto que cita y texto citado. Nos referimos a aquello más negativo que tiene el hegelianismo: la práctica del quehacer filosófico como elemento de reconciliación conservadora con la realidad.

Espíritu de época

En una cosa tiene razón González: Hegel explicó muy bien cómo las épocas pesan sobre los individuos. En eso, González también es “hegeliano”. Sigue con absoluta devoción el mismo camino de adaptación a la democracia capitalista que otros miembros de su generación, intentando mantener discursivamente lo que políticamente ya se ha abandonado. Si no estuviera tan contento con su rol de adulador gubernamental podríamos decir, con Hegel, que González es una “conciencia desgarrada”, conciente de su propio desgarramiento. Pero no llegaremos a tanto. Dejaremos a González hacer campaña por su candidata, sin colgarle etiquetas que le quedan grandes.

Neuquén, 16/07/07

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