viernes, 22 de junio de 2012

Tres problemas que surgen de los hechos de esta semana


Sin ánimo de repetir lo que se dijo acá, acá y acá, quisiera repasar algunos temas:

-La respuesta del gobierno frente a la huelga de camioneros marca un salto en la derechización de la política del Estado frente a las luchas sociales: La combinación de denuncia penal por coacción, represión de la policía y gendarmería, utilización de los gendarmes como "esquiroles" para manejar los camiones y multa de 4 millones de pesos al Sindicato, da como resultado un avance clarísimo contra el derecho de huelga y de protesta. Se puede argumentar que hubo represiones peores (es cierto y es más me animaría a decir que los gendarmes estaban un poco asustados de los muchachos de Camioneros que los sobrepasaban en tamaño y exaltación), pero la combinación de todos estos factores, junto con un discurso claramente antiobrero contra el sindicato con más poder de fuego en el país, pone un límite (o intenta ponerlo) de ahí hacia abajo. Si estos métodos bonapartistas se naturalizan, más allá de Moyano, todos los sectores de la clase obrera (empezando por los más humildes, precarizados y empobrecidos) verán empeorar la relación de fuerzas para desarrollar reclamos. Dicho sea de paso, el silencio frente a esta política derechista, demuestra el cinismo de los que apoyan al gobierno "por izquierda". Si en vez de Cristina hubiera sido Macri, se hubieran rasgado las vestiduras contra los "métodos de la derecha". 

-Muchos compañeros que activan o militan en los gremios docentes y estatales, tienden a desestimar el reclamo o las medidas de Camioneros por el carácter reaccionario de Moyano. Otros compañeros enrolados en una suerte de "luchismo a la deriva", se entusiasman con las medidas en un frente único acrítico. Ambas posiciones son erróneas y hace falta debatirlas. Los primeros, acostumbrados a sindicatos con direcciones "centroizquierdistas" que promueven la idea de que ellas mismas no son burocracias, tienen dificultades en distinguir entre la dirección y el interés de las bases. Los segundos, rutinarizados por el sindicalismo, identifican ambos en favor del gesto combativo que la burocracia asume en la coyuntura. Y de esta forma sigue faltando una posición de independencia de clase, que defienda la unidad de la clase obrera pero se delimite de la burocracia. 

-La "posición estratégica" no hace en sí misma una política "hegemónica". Es más, los grandes sindicatos que representan a los sectores más concentrados del proletariado, suelen tener direcciones corporativas e incluso reaccionarias, que se cuidan de utilizar su poder de fuego hasta el final, incluso desde antes del peronismo. Esta es una paradoja del desarrollo del movimiento obrero en la Argentina y no es de fácil resolución. Por su "posición estratégica" Camioneros se parece bastante a Petroleros. Su estructura parece similar: con conquistas corporativas importantes, la burocracia tiene un férreo control al interior del sindicato. Que la base de estos gremios se radicalice y sobrepase a la burocracia, no es algo que va a ocurrir mañana. Pero la falta de influencia de la izquierda sobre estos sectores no se resuelve poniéndole una gorrita a Pablo Moyano. El sindicalismo de base puede "golpear desde fuera", en primer lugar porque está inserto en grandes fábricas pertenecientes a multinacionales (que no paran el país, pero sí hacen un daño importante a grandes enemigos y por esa vía crean un problema político nacional) y en segundo lugar, como mostraron los procesos de Zanon y Kraft, porque al darse una política de alianza con los estudiantes y sectores populares y recoger sus reclamos, puede lograr una legitimación distinta. En cierto modo una política hegemónica no crea una "posición estratégica" pero sienta las bases para la constitución de una fuerza social de importancia estratégica (alianza obrero-popular temida por la burguesía). Una política de plan de lucha de la CGT y la CTA crearía condiciones para una confluencia o por lo menos lucha simultánea de estos distintos sectores de la clase obrera y abriría la posibilidad de que se esboce aunque de forma embrionaria esa fuerza social, posibilidad de la que huye como la peste la burocracia. 

1 comentario:

Anónimo dijo...

Tengo bastante acuerdo con el planteo, me voy a referir solo al tercer punto ya que creo que es importante complejizar un poco más el análisis. Sí bien la burocracia de camioneros es corporativa, es la primera vez que hace un planteo que excede a sus representados (hablando de la época Kirschnerista), si bien es cierto que los puntos en la agenda solo involucra a la aristocracia obrera (quizá no es el término más apropiado hablando de trabajadores de un país dependiente) está dificil que se pueda sellar un acuerdo en el que tanto gobierno como Moyano no salgan golpeados y este es el punto que quizá esté volviendo a "el Hugo" como objetivamente "aliado" para algunos, la aparición poco feliz de Sobrero da cuenta de esto y del oportunismo de las corrientes que ante un pequeño chisporroteo pierden el rumbo (si lo perdieron durante la crisis de la 125 por qué debería de sorprendernos no?). El desafío en todo caso es a mí entender poder aprovechar esta disputa para que los sectores verdaderamente clasistas irrumpan en la escena, con agenda propia que supere los marcos estrechos del reclamo, posicionándose desde el lugar de los más explotados, los que en última instancia no tienen clara su posición en esta disputa. Diferenciarse de los dos bandos es solo el principio, no servirá de nada si no se comienza a actuar, así y solo así podremos decir que se está construyendo una corriente que plantea la independencia política de los trabajadores.