jueves, 5 de abril de 2012

Una crítica "iluminista" de la historia del marxismo (sobre la Lección Segunda de José Aricó)

Seguimos con las 9 Lecciones de José Aricó, con una corrección. No vamos a paso de tortuga, sino a paso de tortuga con problemas de motricidad. Pero es lo que hay...

La Lección Segunda toma con bastante eficacia una discusión metodológica acerca de que el método de Marx no era un a priori, dentro del cual se injertan luego los contenidos, a la manera de las monografías universitarias. Aricó desarrolla bien cómo Marx trabaja con una hipótesis (que el funcionamiento del capitalismo supone una contradicción insalvable que se expresa como lucha de clases), pero la comprueba a través de la crítica de la economía política, que devela el misterio del fetichismo de la mercancía y la contradicción entre el desarrollo de las fuerzas productivas y las relaciones sociales de producción, condición de posibilidad para la transformación revolucionaria de la sociedad burguesa. 

La discusión de que El Capital no es un proyecto terminado, dado que Marx no cumplió su plan original que llegaba hasta el mercado mundial y el Estado, presente en la primera lección y también en la segunda, si bien es correcta no necesariamente lleva a la misma conclusión de Aricó: que los marxistas lo creyeron "terminado" y por eso lo tomaron como una Biblia interpretada en clave positivista, de la cual extrajeron una serie de leyes naturales. 

El llamado "período de sistematización" posterior a la muerte de Marx y coincidente en parte con los últimos años de Engels es expresión por sí mismo de que, más allá de las mejores o peores lecturas de El Capital, marxistas como Plejanov o Antonio Labriola, además de Engels obviamente, consideraron necesario desarrollar la teoría marxista en distintos aspectos no del todo sistematizados por Marx. 

La interpretación "evolucionista y gradualista" (nótese que desde este ángulo, tanto Bernstein como Kautsky compartían la idea de el proletariado nadaba con la corriente del desarrollo histórico) tiene más que ver con una adaptación a las varias décadas de crecimiento del capitalismo en que se consolidó la socialdemocracia que con ciertos obstáculos epistemológicos, existentes, pero no más fuertes que las fuerzas materiales a las que estaba sometida la evolución del movimiento socialista.  

Teniendo en cuenta lo anterior, no parece hacer justicia a Engels la afirmación de que los socialistas tomaron el Anti-Duhring como una Biblia, por oposición a El Capital, adjudicando a Engels un espíritu positivista y evolucionista del que Marx carecía. Baste recordar que el Anti-Duhring es una obra polémica y no una exposición dogmática de puntos de vistas abstractos, al punto de que muchas de sus discusiones son incomprensibles sin tener en cuenta la polémica con Duhring, que dicho sea de paso, repetía muchos lugares comunes contra la dialéctica, el materialismo y el marxismo, que todavía mucha gente sostiene sin sonrojo alguno. 

En este sentido, el Prólogo a la edición de 1895 de La Lucha de clases en Francia, que Aricó toma como central para definir el evolucionismo socialdemócrata, es tratado superficialmente, en tanto que Engels en ese texto no hizo más que pasar en limpio conclusiones de las experiencias de lucha de clases de los años previos. Aricó lo toma como punto de partida de los desarrollos de Bernstein, pero subestima la calidad distinta de las posiciones de Engels y la de Bernstein: mientras Engels hacía hincapié en la táctica, Bernstein planteaba una liquidación de la estrategia de poder obrero (que en esa época no tenía el desarrollo que tuvo después con la Tercera Internacional). El razonamiento de que si la táctica debe cambiar es porque la estrategia se demostró errónea, es a primera vista falaz, en tanto las relaciones de táctica y estrategia no tienen una jerarquía reversible. La estrategia prima sobre la táctica y puede permanecer intocada en tanto las tácticas pueden modificarse con más libertad, siempre y cuando el marco estratégico se mantenga igual. 

Visto retrospectivamente, el marco estratégico de la II Internacional estaba cambiando por la consolidación del imperialismo, pero esto se manifestaría con toda crudeza recién en el estallido de la Primera Guerra Mundial. Siguiendo la propia idea de Engels, retomada por Trotsky, de que la política está siempre rezagada respecto de los procesos de la economía, la "foto" que planteaba Engels en su prólogo (táctica electoral y crecimiento orgánico), se volvió parte de un movimiento socialista, que se adaptó a la "película" del desarrollo capitalista, anulándose como partido revolucionario. Esta desigualdad entre el desarrollo del capitalismo y el del marxismo como teoría y movimiento social,  remite a la separación entre economía y política en el capitalismo que dicho sea de paso motiva la reflexión de Aricó. Y está en la base de las dificultades que tiene la clase obrera para dotarse de un estado mayor y se harán patentes en los primeros años de la Tercera Internacional, que tuvo que lidiar al mismo tiempo con el estallido de la revolución y el de la socialdemocracia

Por último, me parece que Aricó (contrariamente a sus propias concepciones manifiestas) tiende a desarrollar una crítica "iluminista" del marxismo posterior a Marx: ubica la ignorancia del verdadero sentido del proyecto teórico de Marx en El Capital como la causa de los errores "fatalistas" y "derrumbistas" de la II y la III Internacional respectivamente. Además de que esto implica hacer abstracción de los desarrollos teóricos de ambas corrientes (no eran Marx, pero alguna deben haber pegado, ¿no?), le asigna valor nulo a la relación entre el cuerpo teórico del marxismo y su desarrollo como corriente política, en el cual un problema central es el de las relaciones de oposición e integración con la sociedad burguesa de la segunda mitad del Siglo XIX, que plantea la necesidad de revolarizar la cuestión de la estrategia en el marxismo, tarea acometida por Lenin, Trotsky y la III Internacional en pleno Sturm und Drang de la revolución. 

No hay comentarios: